en san telmo

        Murmullos en un bar de San Telmo. Hablar, hablar, hablar..... sin __ni siquiera__ mirarse. Palabras cruzándose en el aire; conversaciones que nunca acaban por que nunca empezaron; remiendos de otras pláticas; de ideas trilladas, mientras me fumo un cigarro en esta barra marcada como un brazo drogado. Y, entre el humo de cigarro, espesos pensamientos caen rebotando entre las paredes llenas de fotos de personajes olvidados, vivos solo en la memoria de los muertos. ¿Quién eres? ¿qué eres? ¡Solo un futuro recuerdo de alguien que contaminará largas noches insomnes! ¡Madera que se consume en el fuego y se funde y se confunde con el humo alquitranado que sale de mis dedos y de unos, cada vez más duros, labios! ¿Quién carajo soy? Alguien que está sentado aquí y ahora, que no es el que fue, ni es el que será. Que __dolorosamente__ cercado por las ansias de esta sociedad se ve navegando sentado en un banco, de timón un vaso y el horizonte nublado. Y surcará los fértiles mares todavía frescos de un tiempo soñado, no engendrado. Brotes de días achatados por el peso del pasado, terriblemente ajeno y cercano. Y mis labios, todavía duros, sonríen a través del muro de la extrañeza. Aquí, sentado en un antro de San Telmo, a cuatro pasos del baño. Y la gente sigue hablando y hablando, castrando sus ideas con un cuchillo mellado. Y me sorprendo de que esas mal afiladas palabras no me corten, no me lastimen, infectando. De pronto entiendo que no van dirigidas a mí __pobre prepotente ninguneado__ ni a nadie, entiendo que son como ese río confundido y contaminado que arrastra lo que encuentra a su paso porque su destino esta ya marcado. ¡Nacerás limpio, morirás mancillado! Como tú, como yo, como las palabras que veo a través del humo de tabaco. Y __pienso__ si no será otro el que está sentado en el duro banco de este bar anciano. ¡Si! ¡Claro que lo es! ¡Es otro! Y... ¿yo? Estoy navegando por una llanura vacía de palabras, con el viento a mi favor, dejando atrás mi alma cansada. Este yo __que es el otro, el que está sentado__ retiene las arcadas y no lo consigue y vomita las palabras, mareado, apostado en la quilla de un banco, con chicles pegados debajo y el vaso de nuevo en la mano. Y las velas, hinchadas de viento, golosas de libertad, se rasgan y no son otra cosa que papel higiénico manchado y nuevamente me deslizo al suelo bajo murmullos ahogados, entre la pintada pared __silenciosas palabras esta vez__el lavabo y mis ojos nublados __no de tabaco esta vez, si de palabras y de asco con sabor a sal__ en San Telmo, en un viejo bar.

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