la caja de lata

     Tuve una caja de lata hace más de veinte años, una caja que escondí después de cavar la dura tierra que hay cerca de mi casa durante toda la mañana de un sábado. “Y” pasos al sur y “X” pasos al norte de la entrada hasta una piedra singular que era, creo recordar, parecida a la cabeza de un jefe indio, y otros tantos desde esa piedra hasta la lata. Al cabo de los años regresé a buscarla recordando, únicamente, que, dentro de la caja de lata había metido mis más preciados juguetes y recuerdos. Los quería recuperar, no se exactamente por qué: quizás quería recordarme inocente y sin problemas estando en una época confusa. Tal vez. No la encontré. No pude encontrar el indio de piedra imaginado por un niño; tampoco pude recordar exactamente que había en la caja. En los años siguientes, cuando pensaba en ello, me producía inquietud no recordar el lugar ni el contenido. Ahora creo saber que es lo que pasó, por qué no la encontré: fue un niño quien contó los pasos y trazó el mapa y fue un adolescente el que fue a buscarla. Los pasos no coincidían puesto que eran el doble de grandes. Ahora soy un hombre que ha logrado resolver el misterio pero, aunque quiera, nunca podré encontrar la caja de lata: hace no muchos años utilizaron la zona para vaciar tierra que sobraba de la construcción. Mucha tierra. Demasiada. Tengo una caja de lata de mi infancia perdida, sepultada bajo toneladas de tiempo.

Comentarios

Anónimo dijo…
es conmovedor.

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