llevo

Llevo
(como todos, imagino)
la carga de mis elecciones en la espalda,
pero también en el pecho,
en la sonrisa,
en la mirada.
Y me pesa.
¡Cuánto me pena, a veces!
Hay momentos en los que
cansado de mí,
(de mi triste compañía)
se toma el día libre,
unas horas,
minutos, quizás,
y se va a recorrer la ciudad o a tomar un café.
Solo.
Solo él y solo yo.
Y, entonces, sin que me vea,
sin su presencia,
¡que momentos de disfrute me regala!
Mi sonrisa se completa,
me completo desde ella,
y la vida,
esta, la mía (no conozco otra)
me parece absolutamente vivible.
¡Que lástima que no se tome unas largas,
largas vacaciones,
de la mano de mis reproches!

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