sin permiso de mi hada

      Una minúscula lágrima cae. Tan pequeña es y tan indecisa y apocada parece en su caída que cuando, para descansar se posa en una hoja, las gotas de rocío que allí hay __lágrimas de la noche son__ humilladas por tan descarada afrenta, la rehuyen y de ella se apartan. La diminuta no tiene por más que alejarse desdichada deslizándose hacia un final demasiado inclinado y continuar su viaje. 
Un fulgor y ella piensa si será esperanza. Es el primer rayo de la mañana que en ella se acomoda y hace grande a la pequeña y ya no tiene miedo y se deja caer al lago. Y en el lago se funde y se confunde. Y el lago, en su sabiduría, se siente feliz. Una diminuta lágrima con corazón de estrella. Es bueno.
Pero hay más minúsculas, pequeñas, indecisas y apocadas lágrimas. El rocío no aprende y el lago espera y las recibe. Hoy, esta mañana, al chasquear sus orillas notará el sabor salado. Es bueno.
¿Pero quién deja libres tan inocentes lágrimas infantes?¿dónde está la fuente? ¿dónde el torrente? Arriba. 
En el comienzo del principio del viaje antes narrado. 
Son ojos y no nubes. Ojos cargados de nubes de sal. Ojos hermosos. Son dos almendras ahítas de llanto. La curva de una espalda en la curva del retoño de una rama. Piernas inertes y dedos entrelazados en imagen de súplica.
¿Qué te pasa criatura? ¿por qué lloras?
Proyectas tanta tristeza que la misma tristeza se entristece. ¡Levántate!¡vuela!¡vete! No contagies con tu dolor al bosque. No lo merece. Hoy está orgulloso de ser bosque. Lo noto. Lo sé. ¿Por qué te empeñas en afligirlo?
Y la criatura triste se incorpora y la ramita se estremece. ¡Y la curva se estremece! Y la criatura resplandece. Y la espalda se... abre y brotan dos párvulas alas que se despliegan y también resplandecen. Con gesto firme una mano frustra determinado el crecimiento salado del lago.
¡Ahora veremos como la hermosa criatura se lanza detrás de la indecisa, minúscula y última lágrima! ¡observaremos como....! pero... ¿qué hace?
Camina por la rama, por la hermana de la rama, por su madre, y llega al tronco del gran árbol, le da un abrazo de piernas y brazos y se desliza por este hasta llegar al suelo.
Bueno... es lento, pero eficaz.
Se aleja y se acerca al viejo lago sabio. Sus diminutos pies se ensucian con el barrio y se limpian al besarlos el lago. La criatura se inclina y el lago se acerca. Azul reflejado en azul. Y... cae una última lágrima que, asustada también por la altura, estaba escondida entre sus pestañas. El azul sigue siendo azul meciéndose esta vez y esta última __si, ahora ya no hay más__ se une a sus compañeras. El lago saborea. 
Paz.
Serenidad y tristeza. 
Calma y dolor. 
¡Chillos y risas! 
La paz, la calma y la serenidad huyen, indignadas.
Y se ven reflejos rojos, turquesas, amarillos, verdes __todos los colores que hay más los que te puedas imaginar__ que cortan el aire y planean riéndose, cantando su alegría. Y el  lago ya no es azul del todo: arco iris parece. Y los colores se detienen junto a los hermosos ojos vestidos de azul. No tocan el lago los colores si no es para jugar con sus diminutos pies con las sombras y las ondas. Y los colores reflejan la luz con movimientos rápidos, concisos. Y los colores toman las manos azules y le animan y las azules manos se retraen avergonzadas. Frustrados el rojo, el añil y sus hermanos colores se alejan dejando a azul con el nuevamente azul  lago que quiere reconfortarla y se acerca con sus suaves olas. La diminuta, que hace esfuerzos por no volver a llorar, no lo ve y se aleja. Andando, arrastrando los pies se aleja la pobre. Y en su errar la tristeza acaricia las hojas, las piedras, las flores. Y la añoranza por lo no vivido le hace levantar la cabeza y esta vez es el azul del impasible cielo quien se refleja en el marrón. Y el corazón late más deprisa al ver el cielo tan alto.
La minúscula criatura tiene corazón __¡claro que sí!__ y, además, este es tan grande que no nos explicamos por qué no escapa de tan pequeño cuerpo. ¿Será que no puede vivir corazón sin cuerpo y cuerpo sin corazón? Sí, es tan grande el corazón que le gustaría aventurarse, descubrir, ver, vivir, saborear, soñar por si mismo sin estar prisionero en ese asustado cuerpo.
Y el corazón se duele y la criatura __azul, tristeza todos esos más nombres le sirven__ se detiene y le habla, al corazón, y se sincera. Y el corazón entiende al escucharla y entre esas tantas cosas que entiende entiende que no puede vivir uno sin el otro, el otro sin el uno. Que son Inseparables, con mayúscula.
Así es.
El cuerpo no tiene la culpa de tener miedo a lo desconocido ni  tiene la culpa de tener miedo a perder lo conocido. 
El corazón no tiene la culpa __tampoco__ de soñar con aventuras, entiende de querer.
La criatura no sabe que hacer.
Las esperanzas y los sueños revolotean a su alrededor con chillos, risas y todos los colores juntos animándola, llamándola.
Y la criatura se decide y aprieta los puños y sube por un tronco liso y valiente que quiere cortejar al sol. 
El azul se confunde con el azul de cielo nuevo. Y la tristeza se va deshaciendo y queda enganchada en la piel del recio árbol. Y los ojos, esos hermosos y __ahora__brillantes ojos, solo ven por encima de ellos el azul y, a lo lejos, un cachito de playa. Sonríe. Y la diminuta ya no tiene por donde subir y tampoco quiere bajar abrazada al tronco por que sabe que se encontraría de nuevo con la tristeza y ya no tiene espacio para ella pues le ha dado el mando al corazón y este todo lo ocupa. Y allí,  alrededor, están los sueños, las esperanzas, el verde y el lila. El turquesa. Todos los colores menos el azul que está allí, en el árbol.
La criatura despliega las alas y reflejan azul. Azul de puntillas en lo más alto del alto bosque. Y extiende los brazos. Y el azul del sabio lago le sonríe en amarillo. Y los dulces marrones ojos le devuelven la sonrisa.
Y el corazón y el cuerpo. El cuerpo y el corazón juntos piensan, se sienten unidos.
Se es lo que se es, aunque se tema serlo.
Hay que atreverse a saltar al vacío con los brazos extendidos, las alas desplegadas. Con una sonrisa marrón brillante vestida de azul.
Quien ha nacido hada a nacido para volar.
Y esa criatura antes triste y temerosa, caminante y trepadora, ahora completa, es lo que nosotros sabíamos.
Lo que ella no se atrevía a saber.
Un hada azul.

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